domingo, 21 de febrero de 2010

El perdón que sana la culpa

A varios meses de la última entrada, retomo el tema del perdón (el auto-perdón, sobre todo) y de la responsabilidad por los hechos culposos (aunque se oiga como reporte policiaco). Lo hago desde Nacozari de García, Sonora, en la parte noroeste de México. Ahora el trabajo me trae por estos rumbos y --paréntesis-- creo que es parte de lo bueno que han representado para mí estos viajes que a veces me exasperan: han sido mi "retiro espiritual". Es decir, por un lado, extraño el contacto con mi familia, pero también creo que he aprovechado para meditar sobre el sentido singular de mi vida, y eso le ha dado sentido a esto que a veces siento como privación.

El perdón que sana.
Me voy entonces con mi mismo caso particular, para no empezar con temas genéricos y abstractos.  Lo retomo desde donde me quedé. Decía que el poder aconsejar a otros padres de familia sobre cómo la forma que yo usé en algún momento, no es una buena forma de educar a los hijos, le da sentido a esa misma etapa durante la que causé daño. El haber "sobrevivido" a eso, me da la oportunidad de ayudar a otros ¡y eso le da sentido a esa parte de mi vida!¡es un para qué, sacado de una circunstancia desafortunada! Esto es a lo que Víktor Frankl se refería con su frase: "no preguntes qué te puede dar la vida, sino pregúntate qué le puedes tú dar a ella"1.

Las cinco etapas del perdón
Ahora bien, para pasar de ver una culpa cuya sentencia debo de cumplir, a ver una oportunidad de realización por ser una exigencia de la vida2, debo pasar de la auto-culpa al auto-perdón. Y aquí sí voy a ser un poquito esquemático y genérico primero, porque debo dar créditos y explicar orígenes: pues bien, resulta que unos de mis autores favoritos son los hermanos Linn, y ellos explican el proceso del perdón muy bien, y me consta que reflejan la realidad.
 
Según dicen, su esquema de las cinco etapas del perdón está basado en las cinco etapas que Elisabeth Kübler-Ross distinguió en los enfermos terminales. Ella, siendo tanatóloga, se dio cuenta que los enfermos desahuciados generalmente pasaban por cinco etapas antes de llegar a la aceptación de su muerte.  Y los hemanos Linn distinguieron las mismas cinco etapas en las personas que llegan a perdonar duraderamente y de corazón a otras o a sí mismas. Estas etapas son:

  1. Negación. Intentamos esconder de nosotros mismos el hecho de que nos dañaron o de que tuvimos culpa y lo negamos: "No me importa realmente", "Finalmente no fue algo malo".
  2. Enojo. Nos damos cuenta de que sí nos dañaron o sí nos dañamos a nosotros mismos y nos molestamos con la situación, con Dios o con nosotros mismos: "¿Por qué a mí?", "¡Esto no se queda así!", "Ahora va la mía","Si bien que me lo hizo".
  3. Negociación o condicionamiento3. Empezamos a aceptar el perdonar, pero condicionalmente. "Pues lo perdonaría si él se disculpara", "Con que lo reconociera me bastaría".
  4. Auto-culpa. Nos atribuimos el hecho y nos sentimos "tontos" o culpables por haber permitido que sucediera: "¡Qué tonto fui en dejarme que me hicieran eso!", "¡Cómo fui a dejarme!".
  5. Aceptación. Nos damos cuenta de lo que nos sirvió el que sucediera eso. Nuestro corazón "libera" al ofensor y se libera a sí mismo. Perdonamos: "Me ofendiste, pero te perdono, no porque esté bien lo que hiciste, sino porque te quiero perdonar.", "Ese daño sufrido, le da sentido a mi vida ahora".
Aquí debo decir que en el perdón de uno mismo a veces no se dan algunas etapas de éstas, puesto que el ofensor y el ofendido es la misma persona. Nótese que no incluyo al tercero dañado, porque aquí la culpa se siente con responsabilidad ante otra persona, por el daño causado, pero la falta de auto-perdón es más bien un sentimiento de auto-defraudación: nos fallamos a nosotros mismos, por eso no nos perdonamos. Esto es independiente del perdón que nos pueda --o no-- otorgar el ofendido o afectado. Entonces, por ejemplo, las etapas 2, 3 y 4 son casi una misma, puesto que no se pone uno a condicionarse uno mismo, o a enojarse con uno mismo como si fuera alguien separado en dos. Más bien todo cae a la etapa 4, en la que nos culpamos por lo que hicimos.


Envío
Y aquí me alcanza la hora, porque ya es noche y hay que ir mañana a trabajar temprano. ¿Por qué le puse "Envío" a este párrafo? No sé.. se supone que el envío es la dedicatoria en los poemas, así como parte del mismo texto ¿no? Y se pone cuando ya se van a terminar ¿no? Creo que esa es la relación con ello... Bueno, creo que esto último no tuvo coherencia, pero creo que sirve muy bien para demostrar que, aunque mañana no hubiera que madrugar, de cualquier forma, ya a estas horas y llevando estas jornadas diarias de trabajo empiezo a escribir incoherencias.

Como lo he dicho anteriormente... el sueño es mal consejero. Despido la transmisión del aire.

Por cierto: este blog acepta comentarios anónimos, o sea que no hay que tener cuenta de GMail para dejarlos. Sin embargo, claro que me gustaría saber quién visita este humilde espacio.

¡Nos vemos en la próxima!

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1 Es cita de memoria. Quienes me conocen saben que esto equivale a decir "palabras más, palabras menos... sin esperar mucha exactitud".
2 El sentir una urgencia que la vida nos reclama y sentirse realizado cumpliéndola suena mucho a "vocación" ¿no? Para mí, Viktor E. Frankl habla siempre de Dios sin mencionarlo. Creo que, de los autores que he leído, él es el que habla más de Dios en términos más laicos e implícitos. Pero esto es tema para otra ocasión.
3 Los autores lo traducen como "regateo" en español. Sin embargo, ellos mismos explican que es porque lo asemejan a lo que pasa en los mercados populares mexicanos. Cuando los oí explicar eso en una de sus conferencias, me pareció que es más adecuado hablar de "negociación" o de "condicionamiento" (no en el sentido conductista, que conste), pues el regateo --aunque sí es una negociación en la que se pide algo del otro-- usualmente conlleva una negociación amable y además es en bilateral. En el caso de esta etapa del perdón, la negociación realmente es casi redactar mentalmente una "carta de rendición para que el enemigo la acepte y capitule".