viernes, 11 de septiembre de 2009

La culpa... ¿puede ser benéfica?

En la entrada pasada comentaba que la culpa, el sufrimiento y la muerte son partes esenciales de nuestra vida. Nadie está exento de ninguno de los tres. Nadie se irá de esta vida sin haber sentido culpa y sin haber sufrido. Y, obviamente, "de la muerte nadie se escapa vivo" (como dijo alguien por ahí). Así que tenemos que irnos acostumbrando a la existencia de esta tríada trágica.

Pero bueno: al punto. Quisiera en esta ocasión comentar algo acerca de la culpa, porque está muy generalizada la idea de no culparse por nada. Y a mí esto me parece una actitud de negación que nada tiene de benéfico. Claro, tampoco estoy diciendo que haya que ir por el mundo buscando culpas qué asumir ¿verdad? Pero la cuestión es que tal vez, después de todo, el sentir culpa no es del todo descabellado, o no es todo lo indeseable que creemos.

Primeramente, permítaseme aclarar que distingo entre dos tipos de culpa: la justificada y la injustificada.

La injustificada es la que no es cierta. No existe. Nos la imaginamos. Por ejemplo, me viene a la mente el caso del suicidio de un compañero mío de la prepa. Siempre se dijo que lo había hecho porque su novia lo cortó, y que ella pasó (al menos en ese tiempo) una crisis de culpabilidad: sentía que ella había sido la causa. Este caso extremo iustra una culpa injustificada. El evento sucedió a raíz de que ella terminó con la relación, pero ella no tenía por qué sentir culpa, puesto que cada quien decide cómo solucionar los problemas. Ella no lo obligó ni hubo coacción. Él decidió cómo enfrentar su situación. La relación entre ellos los acercó mutuamente, y ella seguramente que no deseaba la muerte de él, y el hecho de que ésta sucediera, ciertamente la impresionó (¿a quién no?). Pero eso no hace que ella tenga culpa. Es válido que se sienta mal, que se sienta triste, que se desespere ante lo irreversible... pero no es válido que sienta culpa. Esta culpa hay que sacarla de la persona, usualmente con ayuda de algún terapeuta.

La culpa justificada es la que sí existe. Por ejemplo: el padre de familia que llega cansado del trabajo y que, bajo esa circunstancia, llega irritable a la casa. El hijo se le acerca, o derrama algo en la mesa, o hace algo propio de los niños... y el padre responde de manera desproporcionada, enojándose en extremo, regañándolo desde el hígado, tildándolo de torpe o desobediente... (ojalá que no adivinen de dónde saqué este ejemplo). Eso le causará daño, menor o mayor, al niño. Y eso sí es culpa del padre, porque él es responsable de sus acciones. Lo mal que le haya ido en el trabajo no justifica una respuesta desproporcionada. En este caso, sí es justificada la culpa, porque sí existe.

Y como este ejemplo, tenemos muchos: son casos en donde sí tuvimos culpa, y por lo tanto somos responsables de ese daño que hicimos, o de ese error que cometimos. Y aquí es donde entra mi consideración, porque ¿nos va a estar remordiendo la conciencia para toda la vida? ¿nos vamos a lamentar de eso y nos vamos a hundir en la tristeza por siempre? Obviamente que no. Pero, si sí tuvimos culpa ¿cómo no recordar eso? ¿no es mejor tomarla ligera y que "se nos resbale"? Es decir, dado que hay cosas irreversibles, y que tal vez ni se puedan reparar, aunque hayamos tenido culpa... ¿no será mejor pensar "bueno, ni modo, ya no hay más que hacer", y seguir nuestro camino?

Creo que éste es el enfoque que sigue mucha gente. Ahora que estuve trabajando con padres de familia muy de cerca, era común oír el comentario: "pues no puede uno evitar equivocarse, así que ni me preocupo", o bien "Naaah.. tú no te fijes... los niños son de hule... al rato se les olvida..." (refiriéndose a la disciplina con enojo, o visceral). Y creo que esto es más bien un mecanismo de negación de la culpa. Y no es bueno usarlo, porque o nos convierte en irresponsables (al importarnos poco el daño que hacemos) o nos acumula la misma culpa reprimida (al engañarnos a nosotros mismos tratándonos de sedar para no sentir culpa)... y esa culpa reprimida saldrá de otra forma o en otro tiempo.

Pero entonces ¿cuál es el enfoque en el que creo? Creo en la culpa responsable. La culpa fundada en el perdón. "¡Achis! ¿y ésa cuál es?", alguien dirá. Bueno, pues es la forma de asumir la culpa que yo he visto o de la que he sabido que tienen algunas personas que cometen graves errores y no sólo se logran recuperar, sino que utilizan ese sentimiento de culpa responsable, basada en el perdón, para lograr una mayor plenitud en sus vidas.

Pero el espacio es corto, y el tiempo también. Espero hablar de eso en la próxima entrada que agregue al blog.